Entrevistador Luis Sanjurjo:
para abrir la entrevista le pedimos si puede hacernos una presentación breve
sobre el cargo que desempeña. ¿Qué importancia que tiene para usted la
recuperación del predio de la Ex Esma como sitio para la memoria y el rol del
Centro Cultural de la memoria Haroldo Conti en el marco de una política de
estado para los derechos humanos?
Eduardo Jozami: soy
director del Centro Cultural de la
memoria Haroldo Conti y profesor de la facultad de Ciencias Sociales de la UBA.
La recuperación del predio de la ex Esma es sin duda una de las medidas más
significativas y emblemáticas de las tomadas por el gobierno de Néstor Kirchner
cuando realizó un giro notable a las políticas que venían llevando a cabo los
gobiernos anteriores en relación con el terrorismo de estado y la impunidad de
los represores. No nos olvidemos que Menem propuso que el actual espacio para
la memoria en la ex Esma se transformara en un espacio para la reconciliación
tirando abajo todos los edificios. En ese contexto, cobra más significación la
recuperación de este espacio y dentro de él, la existencia de un centro
cultural como el Haroldo Conti, da cuenta de que el problema de la memoria no
puede trabajarse simplemente desde los testimonios o la recordación histórica
sino que es fundamental alentar todos los abordajes desde la perspectiva
artística, literaria, cinematográfica, teatral, fotográfica. Desde hace tiempo
en la Argentina hay una serie de producciones muy interesantes en todos los
géneros que surgieron para trabajar con la herida de la dictadura militar, con
la militancia de esos años, con el terrorismo de estado.
Entrevistador Luis Sanjurjo: ¿cuál
es para usted la función fundamental de una política de estado cómo la llevada
adelante por el gobierno de Néstor Kirchner primero y luego por el de Cristina
Fernández de Kirchner en una sociedad como la nuestra de estos tiempos?
Eduardo Jozami: creo que la
consigna que se ha adoptado y que cada vez tiene mayor vigencia, que es
“verdad, memoria y justicia”, resume muy bien el sentido de esa política. En
primer lugar verdad, porque tuvimos
un ocultamiento por parte de la dictadura militar de sus propios crímenes. En
democracia tuvimos algunos intentos como fue la CONADEP o la promoción del
juicio a las juntas pero nunca se pudo seguir avanzando en ese camino porque no
había un apoyo oficial a la búsqueda, a la investigación de datos acerca de
cómo habían sido las desapariciones, los procedimientos de las fuerzas
represivas. Memoria, porque me parece
que no hay posibilidad de construir un país más democrático, más justo, más
solidario, sin reflexionar acerca del pasado reciente de la Argentina. Salvando
todas las distancias con las luchas populares de los años ´70, porque hoy
vivimos en otro contexto latinoamericano y mundial donde han pasado demasiadas
cosas en el mundo como para que los métodos de lucha o las estrategias
políticas no tomen en cuenta esas transformaciones, uno podría decir que los
puntos fundamentales que reclamaba la gente que estuvo en la plaza el 25 de
mayo de 1973, siguen siendo en buena medida los que hoy constituyen la agenda
de cualquier gobierno popular. Entonces hacer memoria es recordar todo eso,
rendir homenaje a la gente que luchó también por estas reivindicaciones y al
mismo tiempo también reflexionar, porque dado que no todas fueron victorias,
también algunas cosas no se deben haber hecho de la mejor manera. Es importante
por eso que saquemos conclusiones y profundicemos los debates. Y creo que justicia es el componente necesario de
esta política porque tendría muy poco sentido esta charla que estamos teniendo
hoy en la ex Esma si por ejemplo el “tigre” Acosta estuviera tomando whisky en
su casa. ¿Qué sentido tendría este simbolismo de la recordación cuando no hemos
sido capaces como sociedad de meter presos a los criminales? Creo que no es
casual que todo este proceso de memoria haya cobrado un pulso muy fuerte a
partir de la decisión de anular las leyes de impunidad y de la voluntad
política que muestra el gobierno en ese sentido.
Entrevistador Luis Sanjurjo: usted
describe muy bien todo un proceso que comienza con el gobierno de Néstor
Kirchner en relación con la recuperación del predio de la ex Esma. ¿Recuerda
cuáles fueron los hitos fundamentales en la discusión sobre qué hacer con la
Esma desde el 2004 a esta parte? ¿Cómo se inscribe el Centro Cultural Haroldo
Conti en esa discusión?
Eduardo Jozami: sí. En
algunas discusiones tuve más que ver, en otras no tanto pero conozco en general
ese proceso. La primera discusión tal vez haya sido la que se plantea cuando
los marinos demoran su partida del lugar. El acto en el cual se anunció la
construcción del espacio de memoria en este predio fue el 24 de marzo de 2004 y
las fuerzas de la marina se van de este predio recién a fines de 2007, es decir
después de tres años. Hubo una discusión en ese momento para ver si se podía
hacer una ocupación parcial del predio. La opinión de los organismos de
derechos humanos fue en su mayoría que eso no era conveniente ni prudente por
lo tanto esa idea no prosperó. Después, hubo una discusión que de alguna u otra
manera todavía está vigente y con un consenso fuerte en algunos sentidos, que
tiene que ver con qué se podía hacer en un lugar como este. En un comienzo,
algunos organismos de derechos humanos y algunos sobrevivientes sostenían la idea
de dejar este lugar sin ninguna intervención. Sostenían que no tenía sentido
tener más que una actitud de recogimiento, de respeto hacia los asesinados
aquí, donde tampoco tenía lugar la música, el teatro, ninguna actividad que
convoque gente. Esto tenía que ver con una discusión que fue muy fuerte en
Europa en las últimas décadas del siglo pasado y que tuvo que ver con el
movimiento de memoria en torno al holocausto. Allí hubo mucha gente que planteó
que el holocausto era tan único, tan horroroso, tan inefable e imposible de
comunicar, que no era correcto avanzar en esos terrenos. Hubo quienes se
opusieron cuando se realizó una serie de televisión sobre el holocausto, otros
que también se mostraron en contra de historietas que se hicieron sobre el holocausto
y contra películas y fotos sacadas en el campo de Auschwitz. Pero esa discusión
fue gradualmente superándose. En Argentina respecto a la Esma, la resistencia
que algunos tenían fue vencida cuando se vio la importancia política y de
significancia en el reconocimiento de la sociedad hacia los desaparecidos y que
era dada también a través de la presencia de gente acá en la Esma. Qué mejor
homenaje que este estímulo a la creación artística, literaria, de cine y de
teatro, que este acercamiento de los jóvenes y la transformación de este
espacio sombrío y terrorífico en un espacio de vida, de memoria. De alguna
manera esta discusión está resuelta porque se avanza en el camino, lo cual no
quiere decir por otro lado que lo esté respecto a otros aspectos concretos como
el hecho de qué representar o hacer aquí porque siguen vigentes esas
discusiones y me parece saludable que así sea, no hay ninguna verdad
establecida en estos temas.
Entrevistador Luis Sanjurjo: ¿cómo
percibe usted en la sociedad la recepción a propuestas como por ejemplo la que
usted conduce aquí en el Centro Cultural Haroldo Conti, donde ciertamente
transita sobre estas discusiones acerca de cómo representar no solamente lo
sucedido en la última dictadura sino también problemáticas que se imbrican
fuertemente con la concepción de los derechos humanos en la actualidad?
Eduardo Jozami: nosotros
tratamos de trabajar pensando que la recordación sobre lo ocurrido en los años
´70, la dictadura, el terrorismo de estado, la militancia de entonces, no puede
ser el único eje sobre el que nosotros trabajemos. Por un lado, no se explican
los años ´70 si no se tiene una visión más integral de la historia argentina;
sin el golpe del ´76 es muy difícil explicarse el comportamiento de las fuerzas
armadas y la conducción política posterior. Hoy hablamos también cada vez más
de los pueblos originarios y su aniquilación tan presentes en la historia
argentina. Por otro lado, este es un centro de memoria y de derechos humanos
porque no tendría sentido pensar la memoria criticando todo lo que se hizo en
contra de los derechos humanos y siendo a la vez insensibles a los problemas
que existen hoy en la sociedad argentina respecto de las injusticias,
exclusiones y discriminaciones que se mantienen. En ese sentido acá en el Conti
tenemos un área de diversidad que trabaja estos temas porque sentimos que
debemos estar atentos al pasado de una manera integral y al presente de estas
problemáticas. Respecto a lo que me preguntabas sobre la respuesta de la
sociedad, creo que es difícil de medir pero aquí viene cada vez más gente. No
es una cantidad de gente representativa como para marcar tendencias sociales,
porque no vienen decenas de miles de personas, pero hay una concurrencia muy
importante y significativa. Por ejemplo cuando inauguramos la muestra de León
Ferrari en marzo de este año, la última que hizo antes de su muerte, había 1000
personas. En el barrio en el que estamos, que tal vez no es el barrio más
amigable pero que se acostumbró históricamente a convivir con la Esma, vemos
que hay una mejor recepción. Creo que igual conviene pensar en términos más
generales. En la sociedad argentina sigue habiendo un consenso fuerte en la
política de juzgamiento a los represores aun cuando todavía hay un sector,
minoritario claro, que está en contra de esta política iniciada en 2003. Creo
que hay zonas grises también que nos obligan a seguir trabajando para ganar a
sectores más amplios sobre esta causa de derechos humanos y memoria. No es
solamente trabajar más que es lo que seguimos haciendo sino reflexionar sobre
nuestra propia historia. Todavía hay cosas sobre las que podemos reflexionar
más, representar mejor, y eso también facilitaría una mayor penetración social.
Entrevistador Luis Sanjurjo: usted
habló como funcionario, también como profesor, con una trayectoria importante
como legislador, pero como militante político ¿qué siente respecto al nivel de
responsabilidad que tiene como conductor de un proyecto así, de una iniciativa de
estas características que forma parte de una política tan contundente sobre los
derechos humanos?
Eduardo Jozami: yo siento
primero una gran responsabilidad. Todo lo que tiene que ver hoy con la política
de derechos humanos es un área prioritaria donde también se posa una enorme
significancia política. Si hay un terreno donde no podemos permitirnos fallas
es en el área de los derechos humanos. En ese sentido, no solo en mi caso sino
también en la gente que trabaja conmigo, sentimos una gran responsabilidad con
lo cual a veces parece más una reunión de militantes que un grupo de trabajo
estatal que tiene sus jerarquías, obligaciones y horarios típicos de un trabajo
en el estado. Acá vemos siempre expresiones de gente que aun cuando no se lo
demanda su actividad, si hace falta dar una mano, se queda fuera de su horario,
es decir, algo que no es muy común en la administración pública por ejemplo. Lo
señalo porque es una muestra de cómo se vive el trabajo aquí, como se concibe a
través de una gran responsabilidad y un gran privilegio. Para mí, que viví de
cerca la represión de la dictadura, es muy significativo trabajar aquí en la
Esma porque mi mujer es sobreviviente de este lugar, estuvo detenida acá. De
alguna manera cuando vine acá ya no era un lugar tan desconocido, porque juntos
habíamos hablado mucho de cómo vivió ella ese momento. Yo no tenía la menor
idea de que luego me iba a tocar trabajar aquí. Lo que siento es que es una
tarea que recién empieza, tenemos que buscar que esta política de memoria sea compartida
de manera más activa por sectores más amplios de la sociedad. Creo que el
Centro Cultural Haroldo Conti hace una contribución en ese sentido.
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